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cena de emaús.

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Tiene una luz que parte de las lámparas de aceite y es tan clara y limpia como la que atraviesa el cristal. Manuel Vidal 

Fr. Luis de Oseira

Y es que, como dice el refrán popular, parafraseando a Cristo…” de lo que está lleno el corazón, habla la boca”. La “ boca artística” de un pintor son sus manos y de ellas,..

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Cuando se entra en el atelier de un artista, de algún modo, se entra en el "santa sanctorum " de  su  propia  vida.  Mi  querido  amigo  Manuel  Vidal,  tuvo  la  delicadeza  de  invitarme  a contemplar su última gran obra preparada para ser instalada en la parte derecha del luneto de entrada de la capilla del  santo Cristo de la Catedral de Ourense y,  en esa vista,  tuve el honor de echar una ojeada a ese "Sancta sanctorum"  de mi amigo y comprobar que, efectivamente, no era una metáfora lo del "sancta…", porque en él,  todo lo que había era sagrado, por su dedicación a la piedad. Y es que,   como dice el refrán popular, parafraseando a Cristo…" de lo que está lleno el corazón, habla la boca". La " boca artística" de un pintor son sus manos  y de ellas, sale lo que hay en el corazón de cada artista. Manuel Vidal, a través del periplo artístico que he tenido la oportunidad de conocer, es una "boca sagrada". En su obra, no he podido ver ni un solo toque de morbosidad de ninguna índole. Belleza y sólo belleza, con la transcendencia como telón de fondo de una obra pictórica que, para el insulto de los que quieren trepar a la galería a costa de vender su "alma artística" al diablo del aplauso fácil y de la alabanza de los que echan mano al recurso gratuito  y banal del feísmo, bien por un plato de lentejas de aplausos, bien porque no saben hacer nada mejor; se regodea en la belleza perfecta, acabada con el primor de un barroco veneciano en su paisajística urbana, con el mimo de un barroco español del diez y siete en sus paisajes de Galicia lujuriante, la "saudenta" costa gallega o el entrañable misterio de Galicia profunda. Pero, en la obra de este artista, la cual será criticada como dulce pastel", por los que prefieren sazonar de hiel y vinagre el alma de los pobres espectadores, faltaba la "guinda" eso que hace que a un artista se le pueda calificar de "consagrado", es decir, una obra ante la que se pueda poner uno de rodillas, cosa que solo ocurre con lo que se dedica a Dios. Y a Manuel Vidal, Dios no le podía dejar sin ese momento de su obra artística, porque se lo ha merecido, siendo D. Miguel Ángel, el defensor de todo lo verdadero, lo bello y lo bueno del arte  orensano,  quien  fue  el  "instrumentum    Dei",  para  que  la  "Guinda"  de  este  artista, coronase su gran obra, en el lugar que se merecía. Como artista y como amigo, celebro una vez más y aplaudo a D. Miguel Ángel por ese fino sentido de lo que merece la pena ser tenido como arte sagrado y haber dado a mi querido amigo  Manuel Vidal un puesto de honor, el más apreciable y digno, para dejar a este artista orensano en el recuerdo de los creyentes y fieles que vayan a la capilla del santo Cristo a derramar sus corazones ante Cristo,  o a los turistas que buscan en  ese emblemático lugar, los mejores exponentes del arte orensanoUn aplauso para ambos, a uno por saber poner las cosas dignas de encomio en su adecuado lugar y al otro, por hacer un arte digno de ser ensalzado, al lugar más adecuado para glorificar al que motiva lo mejor del arte.

DIANTE DUN CADRO 

Millan Picouto 

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Manuel Vidal  plasmou como nun soño de silandeiraluz estremecida a Cristo en Emaús partindo o pan,  partindo o pan do abraio e do milagre, e cinco mans en diagonal dialogan inmóbiles na súa eternidade, debaixo da mirada ensimismada de quen acaba de volver da morte. Talvez esa mirada está pensando no tránsito de sombras e de estrelas as que ocorre fóra das paredes brancas; talvez, nos avatares misteriosos da nesma alma que a mirada mira;  talvez, na conversión de morte en vida, de vida en morte en que consiste todo,  como as miúdas lámpadas de aceite que outra vez arden ao caer a tarde mentres o manso aroma da boroa inunda os arredores do home deus. Ollos inmensos que a bondade exalta, entrega de si mesmo no alimento, o recoñecemento dos discípulos segundo consignaron Marcos, Lucas, e formas harmoniosas  como o amor do autor ao seu asunto, á súa obra, que cunha nova plasmación dilate a tradición gloriosa da pintura.

Cena de Emaús paso a paso

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